A tres meses de que se inicie la cumbre más importante de medio ambiente en el mundo, la COP25 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Margarita Ducci está tranquila y expectante. Reconoce que ha sido un año “especial”, pero asegura que no se ha sentido estresada, ni siquiera cuando falta tan poco tiempo.
El ritmo de vida y de trabajo de la directora ejecutiva de Pacto Global Chile, una iniciativa de la ONU para promover la sostenibilidad empresarial, parece no haber cambiado.
“Es que siempre he tenido un ritmo de mucho trabajo, toda mi vida ha sido así. Siempre estoy en muchas cosas, corriendo con el tiempo, por eso no siento que esta vez sea tan distinto. Y además, siempre he tenido cargos de mucha actividad, mucha representación, de sacar adelante desafíos grandes. Por eso, conciliar el tiempo siempre ha sido un tema fuerte en mí. Me ha costado, pero con los años he aprendido a hacerlo”, cuenta.
“Siempre he tenido un ritmo de mucho trabajo (…) siempre estoy corriendo con el tiempo”
No obstante, sin importar qué tan temprano deba estar en un seminario, charla o reunión, Ducci sigue cumpliendo un ritual que mantiene desde hace años: tomar desayuno en la cama, leyendo los diarios. “Es mi momento sagrado del día, un pequeño lujo que me doy sin falta”, confiesa.
El almuerzo, en cambio, no tiene tanta importancia para ella y “es normal almorzar mientras estoy en el computador en una junta con alguien de otro país. Lo hago rápido, porque prefiero avanzar con las cosas del día”, asegura. También porque le gusta que su equipo abandone la oficina antes de las 18:00, y porque procura que le alcance el tiempo para llegar a sus clases de pilates al atardecer.
Ducci encabeza la versión local de Pacto Global desde 2007, bajo el alero de la Universidad Andrés Bello, donde trabaja desde hace 14 años. Tomó el proyecto desde cero, con mucho susto, porque no sabía si sería bien recibido por el mundo corporativo chileno.
“He tenido cargos de mucha actividad, mucha representación, de sacar adelante desafíos grandes. Por eso, conciliar el tiempo siempre ha sido un tema fuerte en mí”
“No teníamos presupuesto, ni oficina, ni adherentes, nada. Fue un gran desafío, sin saber si realmente en Chile las empresas lo iban a considerar y querer avanzar con los temas de sostenibilidad, aunque en ese tiempo se hablaba más de responsabilidad social empresarial”, recuerda.
Pero le ha ido bien. Hoy son más de 80 empresas locales adheridas, algo que le emociona y que da cuenta de una cualidad que siempre ha tenido, dice, para emprender y empujar proyectos grandes.
En los años 70, cuando lo normal era que las mujeres decidieran formar familia y hacer vida en casa, Ducci quiso empezar a hacerse un camino como ejecutiva. Culminó sus estudios de arquitectura y decidió partir a Europa, sola, con una beca para estudiar un año en Roma.
“Tomar desayuno en la cama, leyendo los diarios, es mi momento sagrado del día”
“Cuando me fui, pasé tres meses sin hablar con mi mamá, porque las comunicaciones no eran como hoy. Fue una etapa maravillosa y no quise volver cuando terminé de estudiar. Me instalé en España, que en ese momento era el único país europeo que otorgaba permisos de trabajo para los latinoamericanos. Entré a trabajar en Ford Motor Company, como encargada de las instalaciones de los concesionarios en toda España”, recuerda.
Ese rol le dejó aprendizajes por todos los frentes: conoció el país de punta a punta, desarrolló una vena de liderazgo y forjó un carácter fuerte, una marcada personalidad en un mundo corporativo dominado por hombres y en una España distinta a la de hoy, muy conservadora.
“En las primeras reuniones creían que yo era la asistente del arquitecto, no la arquitecto. No me creían cuando llegaba y me presentaba, pensaban que estaba bromeando. Al principio era un choque muy fuerte, pero poco a poco eso quedó superado y pude hacer un gran equipo y trabajar muy bien con todos”, rememora.
Fue un viaje largo, de años. Pero no duda al decir que es el que más ha marcado su vida.
Cuando volvió a Chile, asumió como directora nacional de Sernatur, una etapa de la que atesora muchos momentos. Uno en especial: en 1987 quiso transformar la oficina del organismo en un lugar visible y un punto de encuentro para los turistas.
“A pesar del apoyo que siempre tuve para criar a mis dos hijos, he tenido que preguntarles si resintieron esa etapa de mamá súper trabajadora (…) Me dicen que no, que se sienten orgullosos de mí”
Se enamoró del Mercado de Providencia, un espacio que en ese momento estaba subutilizado. Como había pocos puestos dentro del mercado, decidió hablar con la alcaldesa de la época, esperando un “no” como respuesta. Pero para su sorpresa, no le pareció mala idea y se lo ofreció en comodato, con la condición de armar un proyecto. “Y así lo hicimos. Es uno de mis sueños cumplidos”, señala.
Ahora, la Municipalidad se planteó recuperar el edificio para tratar de reconvertirlo en un gran mercado. Y a Ducci le encanta la idea, a pesar de que ahí están las bases de algo que ella levantó.
A lo largo de su vida, ha conversado varias veces con su familia sobre sus decisiones de priorizar en lo laboral.
“A pesar del apoyo que siempre tuve para criar a mis dos hijos y que nunca les faltó atención, he tenido que preguntarles si resintieron mucho esa etapa de mamá súper trabajadora, sobre todo cuando estaban chicos. Me dicen que no, que se sienten orgullosos de mí y que les gusta que haya sido así”, cuenta Ducci.
Y eso, en parte, la impulsa a seguir, a pesar de que a veces se cuestiona el futuro y lo que quisiera hacer cuando se retire. La música y la pintura son hobbies que retomará cuando eso pase. Pero aprender a cocinar es el primer plan pendiente, para cuando decida culminar con su vida laboral.