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Marcela Bravo / Gerente general de ACCIÓN Empresas
Al terminar de conversar con Marcela Bravo, pareciera que todas las experiencias de su vida, de alguna u otra manera, se relacionan y la han llevado a donde está hoy: directora de América Solidaria Internacional, gerente general de ACCIÓN Empresas, madre de familia, una persona independiente e inquieta que siempre quiere aprender más. Todos los […]

Al terminar de conversar con Marcela Bravo, pareciera que todas las experiencias de su vida, de alguna u otra manera, se relacionan y la han llevado a donde está hoy: directora de América Solidaria Internacional, gerente general de ACCIÓN Empresas, madre de familia, una persona independiente e inquieta que siempre quiere aprender más.

Todos los días llega a las siete y cuarto de la mañana a su oficina y se dedica a leer libros y artículos, estudiar sobre economía circular o sustentabilidad, a hacer inglés dos veces a la semana…  Una rigurosidad que nace cuando era pequeña, en tiempos en que su familia se trasladó a Venezuela por el trabajo de su papá, donde estudió en un internado en plena selva.

“Le dedico mucho tiempo a leer, estudiar, aprender”.

“Todos los días teníamos que levantarnos a las 5 de la mañana y hacer nuestra cama, ordenar, estudiar dos horas. Ahí aprendí la rigurosidad”, explica, y añade que tiene mucho interés por aprender. Incluso “creo que nunca había tenido tanto interés como ahora. Le dedico mucho tiempo a leer, estudiar, aprender”, acota.

Y aunque a simple vista pueda parecer duro su paso por el internado y ese ritmo de vida, dice que esa experiencia no fue triste y que recuerda con cariño los cuatro años que estuvo en ese colegio, el que califica como “totalmente integrador” y en donde aprendió a aceptar y respetar a todos. Un aprendizaje que luego aplicó en la fundación que hoy lidera y con la que viajó a Haití.

“Soy muy sociable, me gusta genuinamente conocer al otro”

Al volver de Venezuela, vivió en La Serena hasta que entró a la Universidad de Chile a estudiar Ingeniería Comercial, así es que debió hacer nuevamente las maletas para trasladarse a Santiago. Al recordar esos primeros días, explica alegremente cuánto le gusta conocer a otras personas. “Puedo sentarme un día con alguien y al otro, con otra persona. Soy muy sociable, me gusta genuinamente conocer al otro. Hace algunos días, por ejemplo, estuve con el alcalde de Cochamó; quería entender su vida, imaginarme cómo era para él”, explica.

Siempre recibe invitaciones a charlas y actividades y aunque afirma que “el tiempo se me hace nada”, trata de ir a las que más puede porque son una instancia para conocer gente. Una inquietud vital que ha traspasado al mundo virtual de las redes sociales. “En Pinterest me relajo y me gusta ver temas de decoración. En Instagram, fotos de mis amigos. En LinkedIn hay un montón de artículos súper interesantes. ¡Y todo eso absorbe tiempo!”, comenta.

Y aunque su estado permanente es la acción y la sociabilidad, también ha aprendido a estar sola, a tener espacios de reflexión y disfrutar su tiempo consigo misma. Hoy esos espacios y tiempos los encuentra en su casa en Tunquén, donde trata de desconectarse. Y en esa soledad, lo que más le gusta es la simpleza de la lectura de un libro y un chocolate.

“Cuando nos casamos con mi marido, nos planteamos darnos siempre un tiempo juntos así que tratamos de darnos algunas vacaciones solos los dos”

También trata de dejarse un tiempo a solas con su marido. “Con tanto trabajo siempre, y con cuatro hijos, no ha sido fácil. Pero cuando nos casamos, nos planteamos el hecho de darnos siempre un tiempo juntos así que en general tratamos de darnos algunas vacaciones solos los dos”, detalla.

En ese sentido, Bravo ayuda a otras mujeres que, como ella, deben compatibilizar trabajo y familia. “Creo tener harta experiencia, por mis cuatro hijos y por trabajar bastante. Hay que dedicarle mucho, pero si uno quiere, se puede. Para mí la familia no es un cliché, es lo más importante y le dedico todo el tiempo que puedo”, afirma.

“No me quiero perder ningún momento. Quiero ser de esas abuelas presentes”

Y no sólo lo hace con sus hijos o su marido. A veces, pasa a buscar a sus papás y se van a tomar un café, o se junta con su hermana. Otras, visita a sus padres y juntos recuerdan los buenos momentos pasados. O va a buscar a su nieto de un año y lo cuida los fines de semana. “No me quiero perder ningún momento. Quiero ser de esas abuelas presentes”, confiesa.

Y en esa importancia gravitante que tiene la familia en su vida, recuerda con cariño un viaje que hizo junto a sus cuatro hijos, recorriendo Londres, París y Amsterdam. “Me gusta conversar con ellos, transmitirles que su vida es especial, contarles todo lo que he vivido”, comenta.

“La familia no es un cliché, es lo más importante y le dedico todo el tiempo que puedo”

Lo que viene ahora, es un viaje a Portugal. “Siempre quiero tener tiempo para hacer más, conocer más, entregar más… Hay miles de lugares del mundo que me muero por conocer”, dice.

“Me considero tan afortunada. Una vez soñé que me moría, pero en paz, porque había hecho todo”, añade.