Todas las vacaciones de invierno, Karyn Coo viajaba a Suiza a visitar a sus abuelos maternos que vivían en St. Prex, un pueblo pequeño de no más de 5.900 habitantes, donde en la calle principal predomina un gran reloj y el estilo medieval.
Su abuelo era artista y tenía un taller donde pintaba y hacía esculturas. Cuando a la pequeña Karyn nadie la veía, se escabullía en el taller y abría los cajones donde se guardaban los materiales de su abuelo, como reglas metálicas, lápices de colores brillantes, pinturas y una lupa gigante con la que miraba cada detalle de las obras.
“Cuando íbamos, me empapaba de las tradiciones familiares. Tener la experiencia de haber ido a Suiza una vez al año durante toda mi infancia, me marcó mucho y fue muy especial para mí”, comenta.
A su abuelo lo recuerda con gran admiración, principalmente porque cree que compartir con él fue donde nació su interés por el arte y la creación.
“Tener la experiencia de haber ido a Suiza una vez al año durante toda mi infancia, me marcó mucho y fue muy especial para mí”
“Cuando murieron mis abuelos, dejamos de ir a Suiza. Fue algo muy triste, pero me quedo con el legado de las tradiciones familiares y toda esa cosa vintage que hoy predomina en todo mi estilo”, cuenta.
Hoy recuerda su primera creación artística, que fue determinante para seguir el camino de diseñadora de moda.
“Tenía 15 años, era verano y estaba aburrida ¡Tenía mucho tiempo libre! Le pregunté a mi mamá si tenía alguna tela que me diera y me pasó una sábana. Se me ocurrió armar una polera, agarré un papel de diario y creé mi primer molde. Adorné la polera con una especie de clavos. Quedó increíble”, rememora con nostalgia. “Esa improvisación… era una época en que habían pocas herramientas pero me salían cosas geniales. Para eso necesitas tiempo y no tener preocupaciones que te van atormentando en el día a día”, dice.
“Sacar mi marca adelante, sin duda es el proyecto que más amor, ganas, tiempo y dinero le he dedicado”
Un par de años después de ese episodio, viajó a Buenos Aires a estudiar y se quedó tres años. Ahí empezó su carrera y nació la idea de postular a Project Runway Latinoamérica, concurso internacional de diseñadores de moda. Con sólo 20 años, se convirtió en la primera chilena en ganar el concurso y desde el triunfo, se consolidó en Chile como una diseñadora de alta costura, con creaciones que se lucían en la alfombra roja de Viña del Mar.
Algo que con los años fue mutando hacia otro tipo de prendas, hasta que nació su propia marca: “Karyn Coo”, que hoy cumple nueve años de trayectoria y que viste a mujeres, niñas y próximamente adolescentes. “Sacar mi marca adelante, sin duda es el proyecto que más amor, ganas, tiempo y dinero le he dedicado”, cuenta.
“Los primeros cinco años, era una esclava de mi trabajo (…) pero ahora tengo todo más formado y un equipo de trabajo increíble que me respalda cuando no estoy”
Después de nueve años de la inauguración de su propia tienda de ropa, se da cuenta que le queda más tiempo para ella. “Los primeros cinco años, era una esclava de mi trabajo porque estaba formando algo (…) pero ahora puedo irme de viaje cuando quiero, por ejemplo. Tengo todo más formado y tengo un equipo de trabajo increíble que me respalda cuando no estoy”, dice.
Ahora que tiene más tiempo libre, dice que “hace de todo”. “Principalmente le dedico todo mi tiempo a mi hija, Filippa. Hacemos muchos panoramas juntas, vamos al cine o subimos el cerro. También tenemos los viernes familiares, donde comemos pizzas, vemos películas y dormimos juntas”, cuenta.
“Le dedico todo mi tiempo a mi hija, Filippa. Hacemos muchos panoramas juntas, vamos al cine o subimos el cerro”
Durante toda la entrevista, Karyn reflexiona sobre su vida personal y lo que significa el tiempo para ella.
“Me da nostalgia que el tiempo pase tan rápido”, comenta. Y es que al ver a su hija Filippa de 6 años crecer tan rápido, se da cuenta que con sus 31 años, cada vez tiene más responsabilidades y menos de esa libertad de cuando era niña.
“Mientras más grande eres, más preocupaciones y responsabilidades tienes. Siento nostalgia de mi niñez y adolescencia, de tener vacaciones por tres meses donde me aburría de mirar la misma puesta de sol todos los días, en Pucón, al lado del lago”, recuerda.
“Estoy viviendo procesos muy complicados que no me habían pasado antes, entonces empiezas a ver la vida de otra manera”, piensa por un momento. “Quiero volver a estar en los brazos de mis papás y no tener ninguna preocupación”, reflexiona.
“Mientras más grande eres, más preocupaciones y responsabilidades tienes. Siento nostalgia de mi niñez y adolescencia”
Coo es la hija menor de la familia. A diferencia de sus hermanos mayores, que nacieron en Suiza o Santiago, ella nació en Temuco. “Mi papá se aburrió de Santiago y emprendió en un negocio en el sur. Ahí nací yo y vivimos por cuatro años”.
Pasar su primera infancia en el sur fue una etapa que recuerda con mucho cariño. “Vivíamos en un condominio a las afueras de Temuco y nos juntábamos todos los vecinos a andar en bicicleta, nos tirábamos en la laguna o andábamos sin zapatos buscando castañas. Ahí nació mi amor y respeto por la naturaleza”, cuenta.
Hoy piensa en poder transmitirle eso a su pequeña de 6 años y tratar de alejarla de las pantallas. Cuenta que incluso no tiene televisión por cable en su casa. “Hoy mi prioridad es ella y poder enseñarle a respetar a los animales, las plantas… que jardineemos juntas y que se entretenga ojalá con las mismas cosas con las que me entretuve yo”, comenta.