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Juan Pablo Amar / Presidente de Finning Sudamérica
El año 2020 partió con un gran éxito para la carrera profesional de Juan Pablo Amar, pues fue nombrado como el nuevo presidente de Finning en Sudamérica. Pese a que los primeros meses fueron bien agitados, con viajes largos al extranjero, los que siguieron estuvieron marcados por el confinamiento y las restricciones sanitarias a raíz […]

El año 2020 partió con un gran éxito para la carrera profesional de Juan Pablo Amar, pues fue nombrado como el nuevo presidente de Finning en Sudamérica. Pese a que los primeros meses fueron bien agitados, con viajes largos al extranjero, los que siguieron estuvieron marcados por el confinamiento y las restricciones sanitarias a raíz del Covid-19, lo que derivó en una suspensión de todos los viajes por trabajo y el traslado de su oficina a una habitación de su casa.

“La entrada al cargo fue atípica. Pensé que iba a ser muy estresante, pues en esta posición se viaja mucho, pero con la pandemia he debido hacer todo vía remota, lo que me ha permitido tener más tiempo para mí y la familia”, comenta.

Si no está trabajando frente al computador o en una reunión con su equipo, puede estar ordenando algún sector de la casa, confiesa. “En marzo decidimos que la persona que nos ayudaba con el aseo no viniera más, así que debimos repartirnos las tareas y todos ayudar a tener un entorno más ordenado y limpio. He descubierto, eso sí, que odio aspirar”, dice entre risas.

“Con la pandemia he debido hacer todo vía remota, lo que me ha permitido tener más tiempo para mí y la familia”

Por lo general trabaja ocho horas diarias, pero admite que le cuesta desconectarse ya que tiene a más de siete mil colaboradores a su cargo. Siempre está alerta ante cualquier eventualidad. “Han sido meses complicados, marcados por la preocupación por nuestros colaboradores. Algunos se han contagiado, otros han perdido familiares cercanos y por más que uno quiera hacer cosas distintas, siempre está eso dando vueltas en la cabeza”, reconoce.

Cuando logra desconectarse, una actividad que disfruta es cocinar, sobre todo cuando se unen sus hijos al panorama. “A veces termino cocinando solo, pero la intención es lo que vale (…) mis mejores preparaciones son los küchen de nuez y las carnes”, cuenta.

También disfruta jugar golf, aunque obviamente es algo que no ha podido hacer debido al cierre de las canchas por el confinamiento. “Era una instancia para juntarse con los amigos y conversar. El grupo con el que siempre iba está conformado por personas más bien adultas, algo que lo hacía mucho más interesante por las conversaciones profundas y con otras perspectivas respecto a la vida”, recuerda.

“Me di cuenta de que perdí tiempo en la etapa de crecimiento de mis niños (…) Eso ha sido bien duro, pero no me ‘castigo’ tanto pues sé que también es parte de la vida”

También echa de menos viajar con la familia, principalmente porque considera que es un espacio de reunión y para estar más unidos. Generalmente, comenta, van al Caribe o a Miami, aunque recorrer Europa es el viaje que más le ha gustado. Aunque no tenían ninguna playa cerca, lo pasaron “increíble”, dice, además de poder “acercar a mis niños a otra cultura y a la historia”.

Con ese recuerdo en mente, reconoce que todo este período no ha estado ajeno de reflexiones, pues hay más tiempo para ello. Y sus hijos han formado parte de estos pensamientos: “Me di cuenta de que perdí tiempo en la etapa de crecimiento de mis niños; cuando uno está afuera trabajando no lo dimensiona. Eso ha sido bien duro, pero no me ‘castigo’ tanto pues sé que también es parte de la vida. La familia siempre debe estar por sobre el trabajo y Finning también lo visualiza así”.

“Es mejor generar un tiempo de calidad en conversaciones, especialmente ahora que mis hijos están en una etapa donde están descubriendo qué es lo que quieren. Ahora las conversaciones son más ricas, amplias y cada vez se hace más desafiante el debate”

Con el tiempo, Juan Pablo Amar se dio cuenta que por ese sentimiento de culpa, llenaba los fines de semanas de actividades.

“Mi señora me lo hizo ver una vez, y la reflexión final fue que es mejor generar un tiempo de calidad en conversaciones, especialmente ahora que mis hijos están en una etapa donde están descubriendo qué es lo que quieren. Ahora las conversaciones son más ricas, amplias y cada vez se hace más desafiante el debate”, cuenta, reconociendo que si hay que le gustaría a futuro es “tener más tiempo para compartir en familia y con los amigos”.