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Janet Spröhnle / Socia fundadora y directora ejecutiva de People & Partners
“Hace mucho rato que trabajo y vivo de ‘vacaciones’ al mismo tiempo, siempre estoy en todo”, confiesa Janet Spröhnle, socia fundadora y directora ejecutiva de People & Partners, haciendo alusión a la manera en que configura los minutos y horas que dedica a cada actividad que realiza. Se reconoce como “una amante de la tecnología” […]

“Hace mucho rato que trabajo y vivo de ‘vacaciones’ al mismo tiempo, siempre estoy en todo”, confiesa Janet Spröhnle, socia fundadora y directora ejecutiva de People & Partners, haciendo alusión a la manera en que configura los minutos y horas que dedica a cada actividad que realiza.

Se reconoce como “una amante de la tecnología” dado que, gracias a ella, el hecho de vivir alejada de la capital, en Los Vilos, no le es impedimento para estar pendiente a cualquier asunto laboral que deba atender en Santiago, y asegura que esa forma de funcionar le ha hecho bien porque le da “equilibrio”.

“Puedo estar a la orilla del mar o jardineando en mi casa, mientras estoy en medio de una conversación súper estratégica e importante de mi trabajo vía WhatsApp o videollamada”, ejemplifica.

Sin embargo, la ejecutiva, quien también fuera presidenta del directorio de la fundación Acción RSE, no siempre tuvo la posibilidad de operar con esa libertad. Hace un par de décadas debió ocupar un importante cargo al interior de un banco, hecho que coincidió con un “activo rol de madre”, pues sus tres hijos aún eran pequeños.

“Hace mucho rato que trabajo y vivo de ‘vacaciones’ al mismo tiempo (…) Puedo estar a la orilla del mar mientras estoy en medio de una conversación súper importante de mi trabajo vía WhatsApp o videollamada”

Fue una época en donde, además, se separó de su marido y tuvo que “apechugar”, como ella misma dice, tanto en su rol de mamá como en su vida profesional, donde justamente debió enfocarse en asegurar su fuente laboral para tener una estabilidad económica que le permitiera sustentar a sus hijos por sí sola.

“Salía a las seis de la tarde del trabajo y siempre trataba de llegar a mi casa temprano para comer con mis niños, compartir con ellos un par de horas y luego contarles un cuento para que se durmieran. Pero muchas veces, a las 10 u 11 de la noche debía volver a juntarme con mi jefe a comer en algún lugar para atender alguna materia urgente relacionada con el banco”, recuerda.

Hoy, a sus 64 años, agradece siempre haber contado con el apoyo de sus hijos para afrontar los momentos difíciles que le fue presentando la vida, pues asegura que lo que ha logrado no lo ha hecho sola, sino que “es una historia compartida”. Una en donde ellos han sido “tres buenos maestros para mí, porque de quien más se aprende es de los hijos”, reflexiona. 

“Hubo una época en que siempre trataba de llegar a mi casa temprano para comer con mis niños, compartir con ellos un par de horas y luego contarles un cuento para que se durmieran”

Pero también dice que la clave está en “saber danzar con la vida”, haciendo referencia a que en el camino se van presentando oportunidades e “invitaciones a nuevos ritmos” que uno debe seguir para estar en constante crecimiento personal.

En ese sentido, cuenta que siempre le ha gustado viajar a lugares “poco exóticos y no muy turísticos, porque son los que más te marcan”. Una filosofía que la llevó a crear y presidir Africa Dream, fundación que busca generar soluciones sustentables en África subsahariana mediante proyectos de voluntariado en las áreas de educación, salud y agronomía, y que la ha llevado a recorrer un sinnúmero de comunidades tribales de ese continente, de las que ha obtenido aprendizajes, miradas y reflexiones que hoy la hacen entender la vida de manera distinta.

“En el camino de la vida se van presentando oportunidades e invitaciones a nuevos ritmos que uno debe seguir para estar en constante crecimiento personal”

“Allí, en aquellas comunidades donde la gente vivía sin agua, sin ningún tipo de comunicación, conectada absolutamente al ritmo de la vida y a la naturaleza, jamás vi ningún tipo de alteración mental o psiquiátrica”, recuerda, añadiendo que eso la hizo constatar la importancia de “volver al origen, ya que en el mundo occidental nos hemos distorsionado y roto muchos equilibrios”.

Con eso en mente, dice estar muy agradecida de las circunstancias que le ha tocado vivir, pero a la vez es consciente de que “son regaladas por un rato”, pues “en cualquier minuto puede aparecer una enfermedad u ocurrir un accidente, por ejemplo, y el escenario cambia completamente”.

De ahí la importancia que le atribuye a su manera de operar “combinando todo” con el afán de sacar el máximo provecho a cada minuto, pues “sin tiempo no hay vida”, sentencia. Y para eso asegura que es muy relevante estar “súper presente y consciente de las cosas que uno está haciendo en todo momento, así el tiempo no se nos va de las manos”.

Por eso, con el pasar de los años ha ido adquiriendo una actitud de contemplación hacia todas las actividades que realiza. Así, pasa sus días de cuarentena en su casa, atendiendo a sus “arbolitos”, leyendo, escuchando música, “viendo buenas películas” y meditando.

“Hay que saber estar súper presente y consciente de las cosas que uno está haciendo en todo momento, así el tiempo no se nos va de las manos”

“Durante muchos años medité diariamente una hora, por lo que finalmente se instaló en mí como algo muy natural y que hoy aplico a todos mis hobbies, que son aquellas situaciones en que la mente se enfoca en una cosa en particular y se limpia de todo el ruido exterior, llegando incluso a perder la noción del tiempo”, explica. 

Y a su juicio, estas “verdaderas instancias de meditación” son vitales para mantener un equilibrio en la vida de cada persona, pues asegura que “cuando la gente no recurre a sus hobbies y no hace lo que realmente le gusta, se pudre” como una fruta olvidada.