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Hugo AndradeGerente general de Arcadis Chile
Uno de sus hijos cumplió tres años durante la pandemia y a los pocos meses, en septiembre, nació otro. “Desde abril hasta agosto todo fue difícil. Tanto mi señora como yo tenemos posiciones corporativas en las que necesitamos estar muy presentes. A eso súmale tener que cuidar un niño que no entiende nada de lo que está pasando, con otro en camino, y solos mi esposa y yo, sin ninguna ayuda. Fueron días súper complejos”, rememora el gerente general de Arcadis en Chile, Hugo Andrade.

Uno de sus hijos cumplió tres años durante la pandemia y a los pocos meses, en septiembre, nació otro. “Desde abril hasta agosto todo fue difícil. Tanto mi señora como yo tenemos posiciones corporativas en las que necesitamos estar muy presentes. A eso súmale tener que cuidar un niño que no entiende nada de lo que está pasando, con otro en camino, y solos mi esposa y yo, sin ninguna ayuda. Fueron días súper complejos”, rememora el gerente general de Arcadis en Chile, Hugo Andrade.

Pero dice que lo más duro ya pasó y que esos días le dejaron aprendizajes invaluables. Apenas entendieron que a la pandemia le quedaban muchos meses por delante, decidieron dividirse las tareas y el tiempo. “Ella (su esposa) se dedicaba al niño y a la casa todas las mañanas para que yo pudiera trabajar relativamente tranquilo, y en la tarde intercambiamos roles. Así estuvimos hasta que llegó el prenatal”, cuenta Andrade.

“Aprendí a administrar mi tiempo muy bien en lo que necesito, en lo que satisface a mi familia, a mí y a mi entorno. Y creo que por eso nunca he sentido esa necesidad de querer más tiempo libre”

A su juicio, esta manera de organizar su tiempo en un año pandémico excepcional no sólo fue positiva para su familia, sino que para el equipo que lidera: “Poco a poco los colaboradores entendieron por qué de repente el gerente general estaba un poquito complicado de tiempo, o por qué a veces no respondía un mensaje o un correo de inmediato. Creo que fue una manera de liderar dando el ejemplo, en el sentido de hacerles saber que entendía perfectamente si ellos hacían lo mismo, y que sabía que muchos podrían estar complicados en sus casas, porque yo también lo estaba”.

Andrade dice que siempre ha sabido manejar su tiempo para repartirlo en la justa medida

en cada una de las áreas de su vida. Fue más consciente de eso cuando se acercaba a cumplir los 40 años y, por ende, tuvo que hacer algunos cambios en su forma de vivir y trabajar. “Desde entonces aprendí a administrar mi tiempo muy bien en lo que necesito, en lo que satisface a mi familia, a mí y a mi entorno. Y creo que por eso nunca he sentido esa necesidad de querer más tiempo libre”, dice.

“Yo soy como un búho, y creo que es un defecto que tenemos todos los gerentes: dormimos poco, no necesariamente porque estemos trabajando sino porque siempre estamos leyendo, buscando cosas nuevas qué hacer, dedicando tiempo a nuestros hobbies”

Eso, en un contexto normal, porque con la fórmula que aplicó para organizarse durante la pandemia -ajustándola a su realidad familiar- el tiempo libre como lo conocía, desapareció. Una vez que su esposa cerraba la jornada laboral, comían algo, conversaban un poco o veían alguna serie o película. Pero cuando llegaba la hora de dormir, Andrade volvía a trabajar. “De alguna manera tenía que compensar lo que no estaba haciendo en las tardes porque para mí, el tiempo laboral no es suficiente únicamente en las mañanas. Entonces me iba al computador, terminaba los pendientes, programaba mails y así, hasta muy entrada la madrugada”, confiesa.

No es algo de lo que esté orgulloso, pero piensa que no le quedó otra opción. Y por eso lo hizo “en silencio”, sin comunicarlo a su equipo, porque no quería transmitir esa parte de la historia para que nadie sintiera la obligación de hacerlo así sólo para seguirle el ritmo. Lo bueno, añade, es que de alguna manera ya estaba “entrenado”, porque nunca ha sido el tipo de persona que se va a la cama temprano. “Yo soy como un búho en ese sentido, y creo que es un defecto que tenemos todos los gerentes: dormimos poco, no necesariamente porque estemos trabajando sino porque siempre estamos leyendo, buscando cosas nuevas qué hacer, dedicando tiempo a nuestros hobbies”, afirma.

“Nos toca ocuparnos de gestionar nuestro tiempo y establecer a qué o quién lo dedicamos, porque es el bien más preciado que tenemos”

Y él tiene muchos: correr (es maratonista), el cine, la música (se define como un audiófilo), y hasta andar en bici. Casi todos los combinó en un viaje “memorable” que hizo en 2019 con su esposa, su hijo y su suegra, cuando lo acompañaron a correr el Maratón de Londres. Después aprovecharon de pasear por varios países de Europa. En la primera parada incluso llegaron a Liverpool para hacer el histórico recorrido turístico de The Beatles en la ciudad que vio a los ingleses nacer.

Momentos como ese y otros que incluyan más reuniones familiares y con amigos son los que quiere propiciar, con mayor frecuencia, una vez que la emergencia sanitaria esté bajo control. “Hay que ocuparse del tiempo, no ser espectador de cómo pasa por tu vida”, reflexiona. Es algo que hoy tiene “muy claro” pero cree que mucha gente quizás no. Y añade: “Entiendo que muchas variables podrán salirse de nuestro control algunas veces, como lo que pasó a raíz de este nuevo virus, pero ahí también nos toca ocuparnos de gestionar nuestro tiempo y establecer a qué o quién lo dedicamos, porque es el bien más preciado que tenemos”.