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Francisco Bozinovic / Premio Nacional de Ciencias Naturales 2020
A fines de agosto, Francisco Bozinovic fue reconocido por el Ministerio de Educación como el nuevo Premio Nacional de Ciencias Naturales. El director del Departamento de Ecología y académico de la Universidad Católica, tiene una amplia trayectoria en el área que lo ha llevado a liderar diferentes investigaciones y a publicar sus propios libros, entre […]

A fines de agosto, Francisco Bozinovic fue reconocido por el Ministerio de Educación como el nuevo Premio Nacional de Ciencias Naturales. El director del Departamento de Ecología y académico de la Universidad Católica, tiene una amplia trayectoria en el área que lo ha llevado a liderar diferentes investigaciones y a publicar sus propios libros, entre ellos, su más reciente texto “El cambio climático y la biología funcional de los organismos”.

Con una vasta experiencia laboral y sus más de 30 años dedicados a la ciencia, Bozinovic reconoce que disfruta de su profesión, lo que hace que esté dedicado y concentrado en ello casi el 100% de su tiempo. “Yo soy científico las 24 horas, los siete días de la semana. Nací científico y muero de esa forma”, dice.

Aunque existen investigaciones que pueden durar poco, hay otras que requieren un trabajo más extenso, donde se hace más difícil conjugar los tiempos. “Recuerdo que cuando estaba haciendo la tesis para obtener la licenciatura, tenía que dormir en el laboratorio porque necesitaba registrar la actividad de algunos tipos de organismos o medir el metabolismo de ciertos animales durante todo el día. En esa época lo podía hacer porque vivía solo y no tenía responsabilidades como las que tengo ahora”, explica.

“Yo soy científico las 24 horas, los siete días de la semana. Nací científico y muero de esa forma”

El gusto por las ciencias naturales se remonta a cuando Bozinovic era pequeño y observaba durante las tardes el programa de televisión del explorador e investigador francés Jacques-Yves Cousteau.

“Él mostraba todo sobre el mundo submarino, y eso me entusiasmaba mucho, por eso entré a estudiar biología marina. Sin embargo, al poco tiempo un profesor me recomendó una carrera con una formación más ligada a la ciencia y me cambié a la facultad de Ciencias de la Universidad de Chile”, cuenta.

Reconoce que su carrera profesional es una de sus grandes pasiones, algo que con los años debió aprender a conjugar con su vida personal para dedicar tiempo también a sus dos hijas y a su señora.

“Ahora los fines de semana son exclusivos para la familia. Trato de estar lo más desconectado para dedicarle tiempo a mis hijas y mi señora”

“Fue una decisión que debí tomar con el tiempo y ahora los fines de semana son exclusivos para la familia. Trato de estar lo más desconectado para dedicarle tiempo a ellas”, cuenta, detallando que dentro de las actividades que disfruta es salir a andar en bicicleta, ver una buena película o viajar al sur en familia, aunque muchas de esas actividades en medio de la pandemia no las ha podido concretar.

“Este tiempo no me ha tenido muy contento porque prácticamente estamos todo el día frente a la pantalla, tengo que hacer clases por computador y una de mis hijas, que tiene Síndrome de Down, le ha costado entender esta nueva rutina que no incluye ir al colegio. Al mismo tiempo, me ha hecho reflexionar que hay muchos niños en Chile que no pueden acceder a la educación en medio de estas circunstancias, porque no tienen acceso a computadores o Internet”, comenta.

Igualmente, trata de ver el lado positivo y reconoce que “ahora tengo más tiempo para estar con mis niñas, se ha generado un ambiente más colaborativo en el hogar, nos hemos reunido en la cocina preparando cosas ricas para compartir”.

“Este tiempo no me ha tenido muy contento porque prácticamente estamos todo el día frente a la pantalla (…) Y a la vez, me ha hecho reflexionar que hay muchos niños en Chile que no pueden acceder a la educación en medio de estas circunstancias, porque no tienen acceso a computadores o Internet”

En medio de las reflexiones respecto a la pandemia, el académico recuerda su infancia en Punta Arenas y Puerto Aysén, y la libertad que podía tener. Dice que el pueblo era como el patio de la casa, “donde uno podía dejar la bicicleta y nadie le hacía nada, o podía ir corriendo a pescar con los amigos. Fui un niño libre en ese lugar, rodeado de gente muy buena”.

Sus antepasados eran croatas que se radicaron en Punta Arenas. “Uno de mis abuelos trabajaba en una estancia en Punta Arenas, tengo algunas fotos de él y cuando las miro me doy cuenta que somos iguales, ¡hasta nos paramos de la misma forma! Recuerdo tener una gran admiración por él… mi abuelo Stjepan, a quien llevo en mi segundo nombre: Esteban, en español”, relata.

Su historia familiar lo motivó a conocer Croacia, para reencontrarse con sus orígenes. Cuenta que fue un viaje “muy sentimental”, en donde pudo reencontrarse con sus raíces, pese a no entender el idioma. “Me sentía parte de ese lugar y muy cómodo. Algo parecido me pasa cuando voy a Punta Arenas: cuando siento el viento y el frío, me hace recordar que pertenezco ahí”, confiesa.

Pese a que por el momento descarta trasladarse de Santiago para vivir en otra región, lo que sí tiene claro es que una vez que sea seguro viajar, se irá de vacaciones en familia para celebrar su más reciente reconocimiento.

“Aún no tengo claro dónde iremos, pero sí sé que saldremos de Chile para disfrutar del Premio Nacional de Ciencias Naturales”, cuenta entre risas.