(*) Felipe Ward asumió como Ministro Secretario General de la Presidencia el 28 de octubre. Dio esta entrevista en abril, en calidad de Ministro de Bienes Nacionales.
En la mañana del lunes 8 de abril, Felipe Ward hizo lo de costumbre: se levantó un poco antes de las 6, tomó desayuno, ayudó a sus cuatro hijos a alistarse para la rutina escolar, se subió a su auto con ellos y fue a dejarlos al colegio. Volvió a casa y se cambió al auto que tiene asignado desde que asumió en el Ministerio de Bienes Nacionales. En el camino, se puso al día con las noticias. A las 8:30 hrs. llegó a su despacho en la esquina de Alameda con Rosas, donde lo esperaba una apretada agenda, como es usual.
“Los lunes suelen ser los días más intensos para mí. Debo organizar la semana con mi equipo, coordinar muchos temas, recibir a los parlamentarios que están en Santiago y también juntarme con otros equipos e instituciones”, dice Ward. Son casi las 16:00 hrs. y de las diez reuniones que debía atender durante esta jornada, le quedan dos.
“Trato de estar en la casa lo más que pueda durante los fines de semana, pero siempre dispuesto a salir a cumplir en caso de alguna emergencia”
Cree que el tiempo le ha enseñado a ir por lo que quiere. En primer año de la universidad, cuando estudiaba Derecho, supo que tenía vena para la política y que debía prepararse. Fue diputado durante 12 años. Luego quiso llegar a Senador, pero perdió la elección.
“Uno es ministro o funcionario 24/7. No es fácil separar un trabajo tan intenso y tan expuesto como éste de la vida cotidiana”
Como no se imaginaba apartado de este mundo, se trazó su próxima meta: dirigir esta cartera que administra el 54% del territorio a nivel nacional. De hecho, confiesa que se lo pidió expresamente al Presidente Sebastián Piñera. “Trabajé con él en la campaña presidencial y cuando finalmente se dio la oportunidad de estar en el Ejecutivo, le planteé que quería hacerlo específicamente aquí”, cuenta desde la misma mesa donde tantas veces se sentó a conversar con los ministros de turno, en sus días de parlamentario.
De alguna manera, ese trabajo lo preparó para las funciones que tiene hoy y que tanto tiempo le demandan.
“Es difícil pensar si antes tenía más tiempo libre que ahora, porque si digo que sí, sería muy injusto con los parlamentarios. Esa labor es más autónoma, mientras que el trabajo en el Ejecutivo, en un cargo como éste, lo es bastante menos, pues siempre hay actos administrativos que no dependen de mí pero a los que debo ir sí o sí. También hay que considerar que en las regiones más extremas del país es donde este ministerio es más importante, y por eso debo salir de Santiago constantemente. Así que mi tiempo depende mucho de eso”, señala.
Por lo mismo, dice que cuando llega a casa o cuando no está en funciones, le cuesta sacarse el traje, salirse del rol y ser Felipe Ward a secas.
“Uno es ministro o funcionario 24/7. No es fácil separar un trabajo tan intenso y tan expuesto como éste de la vida cotidiana”, afirma.
Algo que, con los años, su familia ha aprendido a entender y aceptar, asegura. Hasta le perdonan que no se despegue del celular cuando está en casa. “Claro que me retan mucho por eso”, dice entre risas, “pero en el fondo saben que el teléfono dejó de ser solamente un teléfono hace mucho tiempo: es la vía que muchas veces me permite trabajar sin estar físicamente en el edificio, es agenda, es alarma, es una gran ayuda”. Y también es la razón por la que hace muchos años dejó de usar reloj. “¿Para qué necesito uno si mi celular me dice la hora?”, se pregunta.
“Es difícil pensar si antes tenía más tiempo libre porque si digo que sí, sería muy injusto con los parlamentarios. Esa labor es más autónoma, mientras que el trabajo en el Ejecutivo, en un cargo como éste, lo es bastante menos”
Como todo político, le ha tocado viajar mucho. También se le han presentado grandes oportunidades que atesora con especial cariño, como un viaje a Roma donde pudo saludar al Papa Benedicto XVI. “Eso me marcó, quedé muy impresionado”, dice.
Jugar tenis o ir al estadio a ver al Colo-Colo es de las cosas que más extraña y que ya no puede hacer porque su agenda no se lo permite. “El último partido de fútbol que fui a ver fue hace mucho tiempo, en el Chile-Argentina donde ganamos con penales gracias a Alexis Sánchez”, recuerda.
Ahora prefiere dedicar sus ratos libres a pasear en moto, su más reciente afición, para la que aparta un par de horas a la semana. Y por supuesto, a compartir en familia, especialmente después de la misa de los domingos: “El tiempo familiar es el que más se resiente cuando uno se dedica a una función en la que es requerido de forma constante y permanente. Así que trato de estar en la casa lo más que pueda durante los fines de semana, pero siempre dispuesto a salir a cumplir en caso de alguna emergencia”.