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Ennio Carota / Chef dueño de Pastamore
Sentado en una mesa en Pastamore, su restaurante, Ennio Carota organiza algunos pedidos junto con sus colaboradores. Da instrucciones, gesticula, habla fuerte. Al igual que todos los días, se preocupa de ordenar, de supervisar la mercadería y de revisar la carta, entre otras actividades de rutina. “Cuando no estoy en el restaurante, por la razón […]

Sentado en una mesa en Pastamore, su restaurante, Ennio Carota organiza algunos pedidos junto con sus colaboradores. Da instrucciones, gesticula, habla fuerte. Al igual que todos los días, se preocupa de ordenar, de supervisar la mercadería y de revisar la carta, entre otras actividades de rutina. “Cuando no estoy en el restaurante, por la razón que sea, tengo un sentimiento de culpa porque siento que no estoy cumpliendo, que le debo algo a las personas”, confiesa.

Y es que el chef italiano pasa la mayor parte de su tiempo dedicado a su restaurante. “Si no estoy haciendo alguna actividad colateral, como grabando para la televisión, dando una entrevista o trabajando en algún proyecto personal, estoy en Pastamore”, cuenta, mientras reflexiona que en este tipo de trabajo es difícil dedicar tiempo a hacer otras cosas.

En Torino, su ciudad natal, estudió hotelería y luego se fue a Bristol, en Inglaterra, donde vivía su tío. “Fui a hacer pasantías en un hotel. Ahí empecé a conocer gente, otro mundo distinto, y eso me cautivó”, relata.

“Me gusta mi profesión, estar en la cocina. Lo disfruto, esa es la razón por la que le dedico tanto tiempo”

Conoció amigos que lo llevaron a trabajar en un crucero que tenía como destino Australia. Y de ahí no paró más.

En 1991 se encontraba trabajando como segundo chef en el Chianti Cucina, en Los Angeles (Estados Unidos), donde atendía a figuras como Richard Gere, John Travolta y Sean Penn, pero renunció y se vino a Chile para encabezar El Crostini, del Hotel Hyatt. No estuvo mucho tiempo ahí, pero desde entonces se ha movido en distintas cocinas italianas del país y el extranjero, incluyendo apariciones en programas de televisión.

“Siempre en la vida me he dejado llevar”, afirma, mientras reflexiona que bajo esa filosofía, en uno de sus tantos viajes, conoció a su actual mujer y mano derecha, Marisa. “Nos conocimos en Uruguay. Ella llegó en un momento muy importante de mi vida, cuando yo era una persona absolutamente desordenada, en todos los aspectos, y ella fue la que me ordenó. Porque me entendió, comprendió quién era, lo que hacía, de qué vivía, y que en esta profesión es difícil tener tiempo para compartir con la familia”.

Comenta que sus hijos, de 9 y 12 años, le pasan la cuenta todo el tiempo por destinar tantas horas a su trabajo. “Dicen ‘claro, te tienes que ir a Pastamore, ya lo sabía’. Pero ellos saben, es parte de lo que hago, esa es mi vida”.

“Marisa –su mujer– me entendió, comprendió quién era, lo que hacía, de qué vivía, y que en esta profesión es difícil tener tiempo para compartir con la familia”

A veces en la noche se queda en el restaurant. “Los fines de semana en general me quedo, pero en la semana, si ya está todo bajo control, me tomo el lujo de pasarlo en casa con mis hijos, con mi señora y no me siento tan culpable”, dice.

De todas formas, cuenta que ahora trata de separar un poco más sus tiempos y le dedica más horas a su familia. “Viajamos harto, cada vez que se puede. Trabajamos mucho, pero de vez en cuando hacemos un pare y nos vamos unos días a algún lado”.

Y eso es lo que más le gusta hacer: viajar. “Para mí los viajes son el dinero mejor gastado”, sostiene. Le da lo mismo si el viaje es corto, largo, donde sea, pues “siempre se trata de recorrer y siempre algo queda, siempre algo te estimula. Vuelves a casa con ideas y ganas de hacer algo nuevo, diferente, de cambiar cosas y eso te pone en movimiento”.

“Viajamos cada vez que se puede. Trabajamos mucho, pero de vez en cuando hacemos un pare y nos vamos unos días a algún lado”

No obstante, tanta actividad le pasó la cuenta al chef. A fines de 2017 tuvo un ataque cerebrovascular, del cual afortunadamente logró salir sin sufrir secuelas. “Tuve suerte”, reflexiona, añadiendo que no era la primera vez que le pasaba algo así pues tiempo antes tuvo un infarto al corazón, del cual también se recuperó exitosamente. “Después de unos cuantos años, me sentía Gardel: dejé de tomar la pastilla, volví a fumar, a comer, no hacía deporte y de repente ‘pum’, infarto cerebrovascular”. 

Después de este episodio bajó 11 kilos y cambió algunos hábitos. “Me cuido, no tomo alcohol, no fumo cigarrillos, y he empezado a hacer algo de deporte”, cuenta, acotando que también trata de bajar las revoluciones y de hacer actividades que no lo estresen, aunque por ser una persona activa, le cuesta disminuir el ritmo. “Me gusta hacer cosas o si no me aburro, soy hiperquinético. Estaba con el ataque cerebrovascular, en cama, y quería salir, me quería levantar”.

De todas formas, confiesa que hoy está más tranquilo. “Hay etapas en la vida en que uno quiere estar ‘arriba de la pelota’, pero ya no, estuve muchos años así. Hoy quiero disfrutar y gozar de otras cosas, de una buena charla, de los amigos, de una buena junta”. Dice que le gusta “la conversa” y que cada viernes se junta almorzar con su grupo de amigos en Pastamore. “Yo cocino, ellos comen lo que yo preparo y lo pasamos muy bien hablando de cualquier cosa”.

“Hay etapas en que uno quiere estar ‘arriba de la pelota’, pero ya no. Hoy quiero disfrutar de otras cosas, de una buena charla, de los amigos, de una buena junta”

El italiano radicado en Chile advierte que seguramente vendrá una nueva temporada de Master Chef Latino, “así que el próximo año seguramente estaré grabando la tercera temporada en Miami”, lo que lo tendrá alejado de nuestro país por algún tiempo. Sin embargo, asegura que no sólo está conforme, sino que “agradecido con el camino que me ha traído hasta aquí”.