A la 11 de la mañana, Alejandra Chellew se mueve con rapidez dentro de Galería La Sala, lugar que dirige hace más de 20 años. Da instrucciones, atiende a clientes extranjeros, mira su teléfono y se ríe. Una vez que pudo organizar la galería pide algo para tomar desayuno y se desplaza a su oficina para poder atender esta entrevista. “No he tomado desayuno. He andado toda la mañana corriendo”, reconoce.
Más de dos meses han pasado tras el estallido social del 18 de octubre, un episodio que le cambió totalmente el panorama a muchos emprendedores y diferentes negocios, principalmente por el pesimismo de los especialistas sobre el futuro de la economía. Y Galería La Sala, no se ha quedado fuera de esta problemática. “Nos hemos juntado con la Asociación de Galerías de Arte Contemporáneo (AGAC) y hay un cierto pesimismo respecto al futuro”, se lamenta Chellew.
Sin embargo, prefiere mantenerse optimista y reflexiona que “en tiempos de cambio hay que aprender a reaccionar de forma activa. A mí me gusta mi trabajo, me motiva y creo que hago un aporte a la sociedad. Mientras siga siendo así, le destinaré todo el tiempo y esfuerzo que sea necesario”.
Con más de dos décadas de carrera como galerista de arte, analiza que trabajar en este rubro requiere mucho tiempo y sacrificio. “Cuando empezamos me esforcé mucho por mantener en pie este espacio y fue súper difícil. Trabajábamos más de 10 horas al día, sin sueldo. Fuimos súper sacrificadas”, recuerda.
“Me gusta mi trabajo, me motiva y creo que hago un aporte a la sociedad. Mientras siga siendo así, le destinaré todo el tiempo y esfuerzo que sea necesario”
Sin embargo, el esfuerzo valió la pena y con los años, el negocio se fue consolidando y pudo empezar a delegar ciertas responsabilidades, lo que le dejó tiempo para hacer otras cosas, como ir al gimnasio, leer, almorzar con sus amigas y descansar viendo televisión.
“En esta etapa de mi vida, me siento realizada. Mi evaluación hasta hoy es bastante positiva, estoy contenta con lo que he logrado”, agrega.
Con la crisis social, Chellew comenzó a trabajar en la galería de lunes a sábado para así poder atender a todos los clientes que se acercan a comprar. En ese contexto, dice que ha vuelto a valorar su tiempo libre y ha reflexionado respecto a lo que le gustaría hacer. “Me iría de viaje a cualquier parte y conocería ese lugar haciendo lo que más me gusta: visitar galerías y librerías”, ejemplifica.
Además, confiesa que tiene un sueño un tanto “escondido”, que no ha podido concretar: “Me gustaría tomar clases de pilotaje de avión. No sé de dónde sale esa fascinación, sólo que me encantaría poder ver desde las alturas el borde de la playa o las montañas”, dice entre risas.
Su trabajo le ha dado oportunidades de poder viajar y conocer el mundo.
“En esta etapa de mi vida, me siento realizada. Mi evaluación hasta hoy es bastante positiva, estoy contenta con lo que he logrado”
“Me ha servido para conocer otras exposiciones, aunque a veces el negocio deja de ganar puesto que se cubren los costos, el artista gana, pero no así la galería. Sin embargo, yo veo esas instancias como una inversión donde, además de profundizar mi carrera profesional, puedo conocer, viajar y disfrutar”, explica.
El Sudeste Asiático y Los Angeles, en Estados Unidos, están entre los destinos que más le ha gustado visitar. “Cuando era más joven me hubiera gustado ir a estudiar inglés. Es algo que no he hecho y que me gustaría poder desarrollar; si tuviera tiempo lo haría en Estados Unidos”, comenta.
Al recordar sus vacaciones, su mente viaja también por el tiempo y la lleva a rememorar su infancia y a sus padres. “Ellos trabajaban mucho y las vacaciones eran más austeras. Los veranos por lo general los pasábamos en el sur, en Osorno, Puerto Varas o Llanquihue”, cuenta.
“Me gustaría tomar clases de pilotaje de avión (…) me encantaría poder ver desde las alturas el borde de la playa o las montañas”
Fue en el sur que aprendió a andar a caballo con su madre, a quien recuerda con nostalgia por su reciente fallecimiento. “Cuando mi mamá se enfermó, me tomé un tiempo más para estar con ella (…) Recuerdo mucho su último año de vida, la conexión y cómo se enfrentó a la muerte. Nunca se quebró ante la enfermedad, y creo que lo hizo para no provocarnos más dolor”, recuerda.
Ese episodio le hizo valorar el tiempo con su madre y también darse cuenta de la gente que la rodeaba.
“Soy muy intensa para vivir y quiero aprovechar mi paso por aquí”
“Nunca esperé el cariño que recibí, fue una grata sorpresa. Efectivamente había una pérdida de por medio, pero ahí es donde vi que prevaleció la amistad”, explica, añadiendo que no teme enfrentar la muerte aunque sí “preferiría morir mucho más tarde y así alargar la vida lo máximo posible. Soy muy intensa para vivir y quiero aprovechar mi paso por aquí”.